Antiguamente el niño no era visto como un ser que necesita de alimento literario especial para
desenvolver su intelecto, pues siempre participaba de la costumbre de la comunidad, contar
historias sin preocuparse con la edad del niño, porque estudios históricos dicen que, da Edad
Media hasta el siglo XVIII, el niño era un pequeño adulto o mejor era un adulto en miniatura.
AsÃ, no era reservado ninguna pedagogÃa adaptada para su edad: era considerada como un ser
ignorante que se diferenciaba del adulto por “saber menos cosas†y no como un ser que posee
una forma de pensar singular.