Según el III Inventario Forestal, las masas de carballo (Quercus robur L.) ocupan en Galicia, una superficie de 187.789 ha, un 14% de la superficie total arbolada, aunque dicha especie aparece también mezclada con otras frondosas autóctonas. Para roble albar (Quercus petraea (Mattuschka) Liebl) el inventario no da datos de superficie.
La selvicultura de los robledales forma parte de la mitologÃa forestal y, en particular, la selvicultura de las masas de roble, está desarrollada y actualizada en los paÃses centroeuropeos donde estas especies poseen gran importancia socioeconómica, tales como Francia y Alemania. Por otra parte, la ordenación de miles de hectáreas de robledal va perfeccionando las técnicas selvÃcolas. La situación en nuestro paÃs se aleja enormemente de este contexto.
Las mejores masas se ubican en valles o laderas suaves sobre terrenos profundos, y sueltos. El sustrato es variado, prefiriendo los silÃceos. Viven en los pisos colino y montano con ombroclima subhúmedo a hiperhúmedo, requieren una precipitación anual superior a 600 mm y cierta cantidad de lluvia y humedad, tanto atmosférica como edáfica durante verano, aspecto más acusado en las masas de roble albar.
Quercus robur es una especie de temperamento robusto, exigente en luz, no tolera la sombra en las primeras fases de su desarrollo, los brinzales languidecen bajo cubierta. Sin embargo Quercus petraea posee un temperamento menos robusto que queda compensado com el hecho de que sus masas se suelen ubicar en zonas de mayor altitud. Ambas especies resultan muy aptas para el tratamiento a monte bajo, sin embargo, dadas las condiciones actuales, el monte alto es la forma de masa más apropiada, tanto para montes productores, como protectores y de uso social.