El punto de vista escolar impide estar en los problemas. Pero la escuela habla en sus problemas, en lo
ínfimo, en sus costados inentendibles para el universo representacional. Abandonar lenguaje y el punto
de vista escolar; pensar el afuera, la presencia de lo no escolar; recuperar lo que allí hay de moviente, su
textura sensible, el plano de lo desconocido. Pensar la escuela como efecto, y no como premisa. Abrir, a
partir de la formulación de algunas proposiciones, umbrales de investigación que no devienen
prescripción sino un proyecto que investiga de qué se trata lo comun y de qué lo educativo.