Este texto es una reflexión personal sobe la actividad del titiritero, como artista obligado a investigar para crear su obra, en parangón con la actividad del académico, que elige el mundo de las artes del títere como objeto de sus estudios. Ambos comparten un mismo esquema del proceso investigador y ambos se benefician del trabajo del otro. Sin embargo, sus metodologías específicas, diferentes, comparten una necesidad común: revelar, preservar, difundir la inevitable magia que emana de los títeres.