Este libro es el fruto de un largo camino personal e intelectual de la autora, como danzante y como antropóloga. En él se da cuenta de cómo se experimenta la danza azteca en la frontera entre México y Estados Unidos. Se trata de una etnografía multisituada de grupos de danzantes aztecas en las Californias: grupos de danzantes que siguen esta tradición y la recrean en las ciudades fronterizas de San Diego, Los Ángeles y Tijuana.