En esta época de incertidumbre en la que vivimos, pareciera que las identidades, sean estas cuales sean —nacional, étnica, lingüística, sexual, genérica, religiosa, geopolítica, generacional, social…— y tal como las hemos “imaginado” hasta el momento, han llegado a su fin. De ahí que, después de la condición postmoderna, en las reflexiones más recientes prolifere un repertorio de términos nuevos, una secuencia de prefijos que van desde lo post a lo trans para dar nombre a diversas realidades: postidentidad, postsexualidad, postgénero, postfeminismo, transidentidad, trans*exualidad, transgénero, transfeminismo… Denominaciones que sirven para aludir a realidades, subjetividades y corporalidades que se resisten a las etiquetas, concebidas estas como normativas. En este trabajo nos centraremos en repasar los discursos que en los últimos años se han ido vertebrando en torno a la transmodernidad, la posthumanidad, la necropolítica y el transfeminismo.