If we characterize the current system of administration of justice in the Argentine Republic, regarding the prosecution of complex crimes, their levels of inefficiency and inability to reach the heads of criminal organizations are high. While it is true that there is a tendency to think that the only way to solve a crime case is through persecution, which seeks to imprison the perpetrator of the illegal conduct, in the crimes of economic crime this is practically not met, because there are few convictions and there are few measures aimed at repairing the damage caused. In this sense, I understand that the recovery of assets is one of the main criminal policy tools designed in recent times to counteract, mainly, this type of economic crime. Substantially, its main function is to prevent illicit assets from being reinvested in prohibited markets or incorporated into the formal economy. Therefore, it is extremely neces-sary that states use policies to influence this type of property, such as the sanction of a law of extinction of ownership. The real fight against organized crime must be waged on three fronts: confiscation, money laundering and asset recovery and that, the common goal is to fight against the economic benefit generated by this type of criminal activity.
Si caracterizamos al actual sistema de administración de justicia en la República Argentina, respecto de la persecución de delitos complejos, son altos sus niveles de ineficacia y la incapacidad de llegar a las cabezas de las organizaciones criminales. Si bien es cierto que existe una tendencia a pensar que la única forma de resolver un caso de criminalidad es a través de la persecución, que busca encarcelar al autor de la conducta ilícita, en los delitos de criminalidad econó-mica esto prácticamente no se cumple, porque hay pocas condenas y escasean las medidas orientadas a reparar el perjuicio producido. En este sentido, entiendo que el recupero de activos es una de las principales herramientas de política criminal diseñadas en los últimos tiempos para contrarrestar, principalmente, a esta clase de delitos económicos. Sustancialmente, su principal función es impedir que los bienes ilícitos sean reinvertidos en mercados prohibidos o incor-porados a la economía formal. Por eso, resulta sumamente necesario que los estados empleen políticas para incidir sobre esta clase de bienes, tales como la sanción de una ley de extinción de dominio. La verdadera lucha contra la delincuencia organizada se debe librar en tres frentes: decomiso, blanqueo de capitales y recuperación de activos y, el objetivo común, debe ser combatir el beneficio económico que genera ese tipo de actividad delictiva.