El cambio de perspectiva producido en traducción por las teorías funcionalistas, que llevan el foco de atención del texto original al texto meta, convirtiendo al traductor en creador de textos auténticos que han de cumplir con los requerimientos de una determinada situación comunicativa dentro del mundo de la cultura receptora, plantea exigencias especiales al acabado del producto que están estrechamente relacionadas con la fase final del proceso traductor: la revisión. Las funciones que ésta cumple desde una visión actual de la traducción, que cuestiona tanto la posibilidad como el sentido de la equivalencia, tienen que ver más con una verificación del buen funcionamiento del texto producido que con una comprobación de sus correspondencias con el texto original que sirve de base a la producción. Entre otras cosas, porque en la vida real son cada vez más difusas las fronteras entre lo que tradicionalmente se ha considerado traducción y actividades que tienen que ver más con la adaptación, el resumen y la creación libre de textos, siendo la finalidad de la producción lo que señala la conveniencia de un tipo de actividad o de otra.